miércoles, 7 de marzo de 2012

Abogo porque el femenino genérico se convierta también en regla

Respuesta al artículo “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, de Ignacio Bosque, publicado en El País el 4 de Marzo de 2012 (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/02/actualidad/1330717685_771121.html)

-lo escribí a una persona que me pidió mi opinión al respecto, pero me pareció que valía la pena pegarlo aquí también-.

Entiendo que el argumento central del texto del texto es que a su autor le parece que el masculino genérico (que supone que si se usa el masculino se incluye a toda la población) es correcto según las lingüistas y el hecho de que se ponga en duda este hecho cuando se elaboran guías sobre el uso de la lengua sin contar con las lingüistas lo que demuestra es que si no eres lingüista no tienes ni idea (ni derecho a opinar) sobre la lengua española. Por ejemplo dice:

"Hay acuerdo general entre los lingüistas en que el uso no marcado (o uso genérico) del masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del español, como lo está en el de otras muchas lenguas románicas y no románicas, y también en que no hay razón para censurarlo."

¿Qué pienso yo de esto? Bueno, voy a ir un poco a trompicones en mi respuesta...

Para empezar, ante el argumento de que las expertas (en su caso las lingüistas) saben más que las profanas, podría contestar que también estaban todas las juristas de acuerdo en que la esclavitud era una condición natural para las esclavas, hasta que unas cuantas personas empezaron a cuestionarlo. Que todas las lingüistas consideren no machista el masculino genérico (y no creo que sean todas), para mí es indicativo de una cierta educación, pero precisamente si como lingüistas detectan que cada vez más se usa también el femenino genérico, tendrán que cambiar la norma lingüística, no decirle a la sociedad que no cambie...

Yo en esta respuesta he optado por el femenino genérico, para hablar de todas las personas (varones y mujeres), voy a usar siempre el femenino. ¿Se te hace raro? Si la respuesta es sí ¿Por qué? Porque en el cole te dijeron que el masculino engloba a hombres y mujeres y que el femenino sólo concernía a las mujeres. Pues bien, eso es una cuestión de educación.

Y sin embargo el autor, prácticamente al final del texto dice que le parece bien "sacrificar la visibilidad a la naturalidad y a la eficacia". Y me pregunto ¿por qué nos resulta "natural" (no es baladi esta palabra) el masculino? ¿Es más natural el hombre que la mujer? Ese es el androcentrismo al que se refieren las personas que exigen reflexionar sobre los usos del lenguaje. Yo no estoy de acuerdo con muchas cosas que dice este señor, pero a mí me parece bien que haya estos debates aunque sólo sea para poder hablar de estas cosas, y me parece bien que este señor escriba este artículo con el que no estoy de acuerdo porque te ha llevado a ti a preguntarme y a mí a poder contestar. Y luego cada una usaremos la lengua como querramos...

En estas guías que el cita proponen decir los niños / las niñas, o l@s niñ@s, bueno, en mi círculo usamos la x en lugar de a/e/o (lxs niñxs), a mí me gusta porque es provocativa. Me lo parece porque es impronunciable, de modo que cada vez que te la encuentras reflexionas sobre qué usarías normalmente, y te vas dando cuenta de que normalmente usarías el masculino, y ya de paso de que también puedes usar el femenino... Para mí lo importante es el tomar conciencia. Y creo que las hablantes tenemos poder (en ciertos contextos, en esta carta sí, pero no en unas oposiciones, por ejemplo) para ir usando la lengua de manera distinta, y que es el trabajo de las lingüistas el empezar a consignar estos nuevos usas de las hablantes, hasta cambiar la norma general (las madrileñas hemos logrado que el leísmo deje de ser falta ortográfica).

Mientras se abra el debate, todo va bien, el problema es querer acallar el debate lingüístico y así, acallar el debate social respecto a las situaciones de los varones y las mujeres en el espacio social. Eso supondría negar a las personas la oportunidad de reflexionar sobre sus propias prácticas y cómo los roles de género que les adscribe la sociedad pueden estar condicionándoles para tomar decisiones con las que no tienen por qué estar contentas (tan malo me parece que una mujer tenga que ser la que renuncie a trabajar para cuidar de las hijas, como que un varón pueda estar mal visto por sus iguales si toma esta decisión en lugar de dejar que la tome su mujer -y aquí ya estoy presuponiendo que las hijas han nacido en una pareja heterosexual que cohabita, lo cual es parte de lo que desde la perspectiva del género se llama el sistema de sexo-género, pero de eso si quieres te hablo en otra ocasión-).

Lo cierto es que este texto me parece indicativo no de simple interés por un uso “correcto” de la lengua, sino de una auténtica lucha de poder, en el que un ‘experto’ (un lingüista catedrático) quiere decir que sin la aprobación de las lingüistas, las hablantes estarán cometiendo injusticias contra la lengua –aunque en otro lugar reconoce que la lengua cambia, él mismo dice que el diccionario de la RAE va cambiando y cada vez quedan en él menos vestigios de machismo lingüístico). Le parece mal que hayan sido feministas y políticas las que hayan elaborado guías sobre el uso de la lengua (que sinceramente no conozco) en las que digan qué es machista y que no. Pero es que la lingüistica, como muchas veces el derecho, va a remolque del cambio social, porque estudia cómo se usa la lengua (y a partir de ahí elaboran normas para las nuevas parlantes de la lengua –ya sean niñxs o extranjerxs-).

A mí personalmente, que afirmen las lingüistas que el masculino genérico no es machista, me parece risible, ya que también se puede hablar de personas (ejemplo "las personas trabajadoras" en lugar de "el trabajador") o directamente hablar en femenino genérico, como estoy haciendo yo aquí o como se hace en la asamblea de mi barrio. Por ejemplo, yo he leído artículos en la universidad en los que, las autoras utilizan indistintamente el femenino y el masculino en plural para referirse a varones y mujeres (avisando al principio, claro), y lo cierto es que al principio choca pero luego te acostumbras.

De modo que, sigo insistiendo, para mí lo que merece preguntarse es por qué consideramos que el hecho de que los hombres se sientan excluidos del femenino genérico y que las mujeres se sientan incluidas en el masculino genérico es algo “natural” que hay que respetar, en lugar de tomar conciencia de que proviene de un aprendizaje social y hacer lo que consideremos más apropiado. Quizás llegará el día en que todos los varones puedan decir sin que cause extrañeza “nosotras” para referirse a un grupo mixto, hasta entonces, bienvenida sea la discusión acerca del uso del masculino o el femenino en el plural o en el genérico.

A nivel retórico, hay mucho que decir sobre el artículo. Para empezar, que está escrito por un lingüista que además es catedrático. Un hombre moderno, capaz de reconocer sin tapujos que es cierto que la discriminación hacia la mujer es un hecho en nuestra sociedad y que existen comportamientos verbales sexistas. Y a la vez, una persona que habla desde su posición social. Se nota cuando pone ejemplos.

Un caso especialmente llamativo es cuando dice que no va a entrar en algunos temas, y a continuación empieza a contar un montón de anécdotas que generan opinión en la lectora, lo cual me parece un tanto deshonesto, porque puestos a contar anécdotas que no lo firme como catedrático y si no va a dar datos representativos de la sociedad española, que no entre en anécdotas de su círculo de amistades. Porque ¿a qué mujeres conoce este catedrático lingüista? Si yo me creyese que mis amigas son representativas de la población española, eso significa que todas las españolas hablan entre dos y tres idiomas y que al menos la mitad de la población tiene o va a tener en los próximos años un título de doctora.

Lo cierto es que tampoco las mujeres somos un colectivo homogéneo, el factor clase o fenotipo puede ser tan importante como el género, por no mencionar la sexualidad. También hay negras en EEUU que se han beneficiado del sistema de cuotas que ahora afirman que la igualdad está conseguida y dicen que ya no hace falta, legitimando la discriminación. Igual que Victoria Kent fue la portavoz de las socialistas a la hora de hablar en contra el voto femenino durante la República. No es nada nuevo que miembras privilegiadas de un colectivo discriminado lleguen a promover la discriminación para mantener sus privilegios individuales...

Para mí el español es un idioma que para algunas cosas se queda corto. Por ejemplo tiene sólo masculino y femenino, cuando otros idiomas tienen también el neutro (en el caso del inglés, el plural no tiene género (people), y en el alemán es un caso propio, cuya declinación recuerda más al femenino que al masculino, pero que es el caso “plural” y no distingue cuando son todo varones, todo mujeres, o cuando es mixto). Es decir, es un idioma que ya condiciona una mentalidad dicotómica, y que el masculino sea el genérico, no creo que sea fruto de un debate social o de la casualidad, y mucho menos de la “naturaleza”, sino de que las mujeres históricamente han estado, incluso en la ley, supeditadas a los varones.

Afortunadamente eso poco a poco va cambiando, ahora somos miembros dobles de la sociedad: tenemos una identidad igualitaria con los varones en lo laboral y como ciudadanas, y tenemos otra, como mujeres que hace que siga recayendo sobre nosotras el peso de los cuidados (las que se salvan de esto suele ser porque subcontratan a otras mujeres). ¿Y los varones? ¿Han asumido su responsabilidad como cuidadores? Las personas que se quejan de que las jueces concedan la custodia normalmente a las madres, ¿protestan cuando las estadísticas dicen que las mujeres buscan jornadas remuneradas más cortas para ocuparse de las hijas? ¿O de que busquen empleos más cerca de sus casas (supeditando este criterio a la remuneración e incluso la calidad del empleo) por la misma razón?

Antes preguntaba por qué (o cómo) las mujeres hemos aprendido a no sentirnos excluidas con el masculino genérico pero a los varones les suena excluyente el femenino genérico. Ese es un proceso de aprendizaje social, y me consta que los varones son capaces de sentirse incluidos cuando se habla en femenino. Así que ¿cómo se atreve nadie a afirmar que el masculino genérico no es machista, cuando supone asumir que las mujeres se sientan incluidas en el masculino, a la vez que los varones se sientan excluidos cuando se habla en femenino? ¿No tiene que ver con que las mujeres hayan tenido que aprender las reglas de ser mujeres y de ser “hombres”, mientras que los varones solo las de ser “hombres”?

Es un asunto importante y que está teniendo sus consecuencias sociales. Y el mundo universitario no es un buen referente porque precisamente las mujeres universitarias son las que más tarde se casan o no se casan en absoluto, las que más posponen e incluso renuncian a la maternidad y las que, gracias a sus sueldos, más a menudo pueden permitirse subcontratar los cuidados. No es un buen referente porque las mujeres universitarias no son representativas de la mayoría de mujeres hispanas (que es el caso que nos ocupa, ya que hablamos del español).

Otro tipo de ejemplos que da es el de las mujeres que se posicionan diciendo que no quieren cuotas y que se sienten incluidas en el masculino genérico. Bien, esas son mujeres que se han adaptado a las reglas del juego androcéntricas. Pero entonces, ¿qué tenemos que hacer con los varones que usan el femenino como plural en el que se sienten incluidos? ¿Ellos no cuentan nada cuando cuestionan la lógica androcéntrica? Entiendo que el lenguaje español tiene limitaciones, pero lo que parece proponer este señor es que las hablantes no lo cambien para adaptarlo a los cambios sociales, a pesar de que es precisamente a través de esos cambios como evolucionan las lenguas.

Incluso al final, cuando termina con una serie de dudas sobre corrección, lo plantea como un efecto perverso de estas guías y propuestas del cambio en la expresión, pero es que a mí en 2º de bachillerato me seguían haciendo ejercicios de corrección, donde tenía que decir que lo gramaticalmente correcto era que si había un solo varón en un grupo de 10 personas, se usase el masculino. Es decir, que el problema lo han empezado las lingüistas con sus normas, y lo que se está generando es un discurso alternativo al de las expertas (igual que en medicina se reclama un parto no patologizado, y lo reclaman las mujeres frente a las "expertas" médicas.

Yo no soy una persona que me preocupe realmente por esto (de hecho aquí me he tenido que esforzar para usar el femenino como plural o como genérico), a menudo se me escapará el masculino genérico por puro hábito, pero el que venga un varón, catedrático y lingüista a decirme que es “natural” que me salga usar el masculino genérico, y que eso no es machista me parece de chiste.

¿Mi contrapropuesta? Bien, que nos nos ofendamos antes el masculino genérico, pero que empecemos a usar indistintamente también el femenino genérico y que sea igualmente correcto. Que en las clases en las que se enseña esto del plural se discuta sobre qué significa un genérico masculino, que lxs niñxs (y las adultas) se sientan libres de decidir qué quieren usar, y que todas se sientan incluidas en cualquiera de los casos. Y que las lingüistas hagan su trabajo e investiguen los nuevos usos y redacten nuevas normas a partir de los nuevos usos, en lugar de repetirnos una y otra vez que la norma que escribieron sus antecesoras cuando lo “natural” era el heteropatriarcado ya están escritas y que no hay ninguna necesidad de cambiarlas. Y como hablantes, que exploremos la lengua, probemos distintas posibilidades, nos inventemos las que nos parezcan oportunas y que consideremos el lenguaje una herramienta que se adapta a los cambios sociales, y no nos creamos que es un corsé que nos dificulta pensar las complejidades en las que andamos metidas.

De hecho, el mejor texto que haya leído yo sobre cómo el uso que se le puede dar al control del lenguaje para controlar el modo que nos relacionamos con la realidad, está en el libro 1984. Copio un fragmento:

“En el fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda su vaguedad y sus inútiles matices de significado. No sientes la belleza de la destrucción de las palabras. ¿No sabes que la neolengua es el único idioma del mundo cuyo vocabulario disminuye cada día? (...) ¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿Cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre?”

Yo a veces tengo cuidado con emplear explícitamente el femenino y a veces no tanto. Hay contextos en los que sé que puedo decir “estimadxs compañerxs” y contextos en los que sé que no puedo. Y todo eso me dice mucho sobre la gente con la que me relaciono y sobre los contextos en los que me muevo. Si de recurrir a las anécdotas se trata, yo (otro caso anecdótico) no entiendo por qué es importante reivindicar el masculino genérico, cuando mis compañeras de trabajo, mis amigas y mis vecinas, no tienen problema alguno con el femenino genérico ni con las duplicidades. Y a la vez, me parece fantástico que ese señor lingüista y catedrático, reivindicando la neutralidad y naturalidad de ese masculino genérico, me haya dado una oportunidad para pensar en todas estas cosas y exponerlas, porque lo que sí me importa es que podamos hablar sobre lo que nos preocupa y explorar nuevas soluciones.

4 comentarios:

  1. Aurich mil gracias por tus reflexiones, tan ricas, y tan necesarias. Ahí está el debate, y el uso que nosotras queramos darle. Esta supuesta autoridad obtusa de un presunto experto en el lenguaje es básicamente absurda. El lenguaje no es propiedad de nadie en particular, sino de todas las ciudadanas. Y estos debates y reflexiones tan interesantes como las que aportan lo que nos ayudan es a fomentar una mayor participación y democracia a la hora de elegir cómo queremos vivir, hablar, relacionarnos y básicamente ser. Gracias de nuevo por tu esfuerzo en pensar estas ideas, de esta manera tan interesante, y compartirlo con todxs. Besos de Sonia-California

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  2. Hola.

    Llevo unos meses investigando y repasando guías de lenguaje no sexista, artículos sobre el tema, blogs, reflexiones... Veo una tendencia generalizada a confundir género gramatical con salto semántico.

    Estoy de acuerdo en que el uso de términos como hombre, todos, trabajadores, alumnos, etc. son fácilmente sustituibles por genéricos tales como el ser humano, ciudadanía, el personal laboral, el alumnado, respectivamente, por poner algunos ejemplos. Este fenómeno se conoce como salto semántico y es fácilmente evitable. El salto semántico tiene que ver con el uso de la lengua; cada persona elige libremente entre un abanico de posibilidades qué opción se adapta mejor al discurso.

    Pero el género gramatical es otra cosa totalmente diferente. El uso de las terminaciones -o / -a, no implica género gramatical, el género gramatical se distingue anteponiendo un adjetivo al nombre. Por ejemplo, si nos basamos en esa regla, palabras como periodista serían femeninas y palabras como mano serían masculinas (primer error). La problemática principal viene cuando hablamos de plurales, si bien es cierto que aquí se usa el masculino como genérico, ésto no obedece a razones sexistas, veamos algún contraejemplo. Lenguas como el inglés o el alemán usan un plural genérico tanto para masculino, femenino y neutro (el género neutro no existe en español), los pronombres "ellos/as" se sustituyen en inglés y alemán por "they" o "die" respectivamente e invariablemente al género. Por otro lado, en lenguas como el Quechua (lengua originaria de Ecuador y Perú) se consideran absolutamente equitativas en la morfología en cuanto a género, u otras como el Goajiro (originario de Venezuela), Afaro (Etiopía), Koyra (Malí) usan el femenino como genérico. Coincidiréis conmigo en que todas estas sociedades son patriarcales independientemente de su lengua y/o el género gramatical genérico de la misma.

    La cuestión sobre si el género gramatical masculino genérico obedece a jerarquías patriarcales es evidente que se cae por su propio peso. Caso diferente es el uso del lenguaje.

    Personalmente a mí me importa un bledo que en el español tengamos un genérico neutro o femenino, mañana mismo lo firmo si hace falta. El problema es que los sectores conservadores que pretenden banalizar el discurso feminista lo tienen fácil cuando se confunde sexismo con género gramatical.

    Un saludo.

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  3. Totalmente de acuerdo con pianista. Análisis como éste deberían llegar a la gente que libremente empieza a utilizar el femenino como genérico. Creo que haría reflexionar a más de uno y de una sobre los verdaderos motivos que le impulsan a realizar este cambio.

    Un saludo

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  4. A la hora de hacer reflexiones metalingüísticas, es de vital importancia tener un amplio conocimiento de la lengua y de su bagaje.

    En primer lugar, la redacción de este texto demuestra la ausencia de esto, con errores como el no tildado de la palabra baladí, el tildado de solo, y el uso de la x como sustituto de la vocal en los determinantes artículos.

    Para averiguar el por qué de las normas lingüísticas es de vital importancia conocer los cambios que ha sufrido la lengua castellana a través de los tiempos. Cada norma lingüística no es casualidad o mero capricho, sino el resultado de un tedioso proceso reflexivo.

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