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jueves, 28 de marzo de 2013

Lo que El País no quiso publicar sobre acoso machista en la calle

Este artículo tiene más sentido si conoces la obra de Alicia Murillo, por ejemplo, su proyecto sobre el cazador cazado: http://www.pikaramagazine.com/2012/09/7109/

Origen: http://www.pikaramagazine.com/2013/03/lo-que-el-pais-no-quiso-publicar-sobre-acoso-machista-en-la-calle/#more-9834

Alicia Murillo y yo contestamos a unas preguntas para un reportaje en SModa que no llegó a ver la luz, bajo el argumento de que por las mismas fechas se publicó un reportaje similar en otras páginas del diario. Como nos sentimos censuradas, hemos querido publicar en Pikara nuestras respuestas. 


Memes feministas. Síguelas en Facebook. Es humor. Los que agreden son ellos
En agosto de 2012, una periodista freelance, colaboradora del suplemento de El País SModa, me pidió que contestase unas preguntas para un reportaje sobre acoso machista callejero que estaba preparando, en el que hablaría de iniciativas como Hollaback. Yo acepté y le recomendé a Alicia Murillo, por su proyecto ‘El cazador cazado’. Ambas contestamos a sus preguntas (Alicia a todas y yo, por no redundar, añadí algunas ideas) en seguida, ya que la periodista nos dijo que la publicación sería inminente. Nunca se publicó.
Alicia Murillo: “El mal llamado piropo es otra forma que el patriarcado tiene de hacer ver que el cuerpo de las mujeres es un espacio comunitario que se puede tocar, maltratar y sobre el que se puede opinar libremente. Hace que las mujeres sean más vulnerables y más dependientes de los hombres”
El argumento oficial fue que por esas fechas El País sacó un reportaje sobre el mismo tema (pero sin centrarlo en el contexto español ni contar con activistas locales) y que resultaba redundante. A nosotras nos consta que el reportaje se llegó a escribir y a entregar, y que nuestro discurso no gustó. Así que, como nos sentimos censuradas, a continuación reproducimos las preguntas que la periodista nos propuso y nuestras respuestas:

¿Cuál es el límite entre un halago y un piropo ofensivo?
Alicia Murillo: El sentido común. Si es ofensivo no es un piropo. Un piropo se dice para halagar. Las agresiones callejeras son aquellas que incluyen cosas como: dar una opinión que no te han pedido, tono de burla o tono paternalista, palabras malsonantes, acercamiento físico intimidatorio, etc. Las mujeres no nos permitimos el lujo de opinar sobre la forma de caminar o de vestir de un hombre desconocido que nos cruzamos en plena calle. ¿Por qué ellos sí lo hacen? Porque es una demostración de poder, porque si un conjunto amplio de hombres intimidan a las mujeres de una sociedad podrán ofrecer “protección” a la que tienen en casa creando así una situación de dependencia. El acoso callejero, el mal llamado piropo, no es un halago, es otra forma que el patriarcado tiene de hacer ver que el cuerpo de las mujeres es un espacio comunitario que se puede tocar, maltratar y sobre el que se puede opinar libremente. Es una manera de robar independencia a las mujeres que caminarán más inseguras por las calles y, por tanto, serán más vulnerables y más dependientes de los hombres.
June Fernández: Sentirse con el derecho de hacer un comentario a una desconocida sobre su aspecto o su vestimenta, o transmitir una actitud lasciva de buenas a primeras, es una práctica machista censurable. Pero además hay agravantes, como el que te habla a tus espaldas, el que te habla de noche en una calle solitaria, el que te toca además de hablarte… Hace apenas unos días una lectora escribió a Pikara contando que un hombre le tocó la vulva en un parque de Barcelona, y cuando compartimos esos testimonios casi todas las mujeres dicen que a ellas tambien les ha ocurrido algo así.
¿Podríais compartir alguna situación en la que os hayáis sentido acosadas o molestas por alguna actitud masculina en la calle?
A.M.:Las más desagradables las viví quizás de pequeña, aproximadamente a los 13 años. Fueron las más duras porque fueron las primeras y porque en la adolescencia la vulnerabilidad de las personas está más a flor de piel. Yo siempre fui muy alta para mi edad pero era también muy delgada. Los hombres se permitían el lujo de dar su opinión sobre mi cuerpo diciéndome cosas como “Ey, morena, qué canija estás pero te follaba igualmente”. A eso es a lo que se enfrenta una niña española de manera cotidiana al salir a la calle sola y aún nos permitimos mirar por encima del hombro a los países musulmanes diciendo que aquí gozamos de igualdad y que somos un país desarrollado. Me machacaron la autoestima. Afortunadamente crecí en un entorno familiar que contrarrestó todo aquello dándome herramientas para desarrollar la seguridad en mí misma.
J.F. Yo vivo en un barrio en el que hay una alta presencia de hombres en la calle y cada día me enfrento a varios comentarios sobre mi aspecto, silbidos, besitos, miradas lascivas… Es una práctica normalizada y creo que a quien la hace le mueve más la necesidad inconsciente de reafirmar su virilidad que el deseo de relacionarse con la mujer a la que acosa. La prueba es que en grupo se crecen más y es raro que uno del grupo cuestione al resto.
June Fernández: “El problema no suele ser un comentario aislado, sino que las mujeres, por el hecho de serlo, estamos expuestas a recibirlos de forma habitual, unido al riesgo de ser agredidas física y sexualmente. Esto nos hace sentir vulnerables, expuestas, nos recuerda que la calle aún no es nuestra’”
¿Por qué están tan arraigados los micromachismos en España? ¿Qué características tienen?
A.M. El peligro del término “micromachismos” es que a veces puede pensarse que son “males menores”. Es como decir que hay drogas duras y blandas. Cualquier acto discriminatorio, por cotidiano y frecuente que sea, es una muestra que el sistema patriarcal tiene de reafirmarse. Por tanto no hay actos pequeños de discriminación. ¿Me pide que enumere alguno de los que veo cotidianamente en mi país? Pues, por ejemplo, que esta entrevista no se publique en el apartado de política y que tenga que hacerse una revista aparte exclusiva para las mujeres que, por supuesto, está estructurada en moda, belleza, celebrities, etc. en lugar de asuntos como violencias patriarcales, medicalización del cuerpo femenino, sexualidad, recuperación de la memoria histórica de la mujer, etc. Es como si la prensa quisiera decirnos: sí, sabemos que existís, pero no podéis pretender que vuestros problemas ocupen las grandes secciones periodísticas ni que en las revistas femeninas abandonemos las frivolidades, es importante teneros narcotizadas con chorradas. Me pregunto si, por ejemplo, una oleada de violencia verbal callejera se desatara contra, no sé, el sector chino de la población. Que de pronto los/as inmigrantes chinos/as no pudiesen salir a la calle de madrugada solos/as, que necesitasen de la protección de otras personas, que los intimidasen por la calle con palabras malsonantes y groseras. Eso ocuparía primeras planas y se hablaría de una ola de racismo. En cambio las mujeres tenemos que asumir esa violencia sin que la sociedad lo catalogue de problema sociopolítico de importancia, incluso si somos el 50% de la población. Cuando las revistas femeninas hablen de autoras como Virginie Despentes, Itziar Ziga, María Llopis, Beatriz Preciados o Diana J. Torres en lugar de hablar de Valentino o Armani, quizás por fin mis congéneres se conciencien de que, como decía Beauvoir, hoy por hoy seguimos siendo ciudadanas de segunda, El segundo sexo.
¿Qué podemos hacer para tratar de revertir esta situación?
A.M. Reconocer nuestra agresividad. Nos robaron la agresividad, nos dijeron: vosotras, niñas dulces, no debéis defenderos porque vuestra feminidad quedaría lisiada. Pero no es así, la legítima defensa es eso, legítima. No necesitamos que nos defiendan, podemos hacerlo solas y podemos hacerlo canalizando la agresividad a través de la creatividad, la sororidad, el sentido del humor y la alegría. Reír descaradamente es lo más subversivo y agresivo que podemos hacer ante el patriarcado. Reír con esas risas histéricas de brujas que nos han dicho que no eran nada femeninas y saber que todo esto está ocurriendo por una razón: nos saben poderosas y tienen miedo de nosotras. Yo no confío en la justicia ni en la policía. Creo que son dos instituciones que, hoy por hoy, y salvo contadas excepciones, sirven al patriarcado. Las cosas están cambiando pero demasiado lentamente y no puedo esperar cuatro generaciones para que la situación se arregle. La vida es corta, prefiero defenderme sola.
J.F. Una propuesta fundamental es la autodefensa feminista, en la que no se aprenden sólo técnicas físicas para enfrentar una agresión sexual, sino que sobre todo se trabaja en reconocer situaciones violentas, incluido el acoso callejero, y se comparten estrategias para enfrentarlas. Recomiendo muchísimo como formadora a Maitena Monroy. Me parece muy importante también que los hombres cuestionen a  sus amigos o compañeros de trabajo cuando ‘piropean’.
Murillo: “Viajando descubrí lugares donde las mujeres podían caminar por la calle sin ser ofendidas en cada esquina. La gente era capaz de relacionarse entre ella sin asumir roles de superioridad/inferioridad. Cuando volví a España se me hacía insoportable. Pensé que debía darle la vuelta a la situación”
Alicia, ¿por qué empezaste el proyecto de El cazador cazado?
A.M. Pasé 12 años viajando por todo el mundo. Viví en tres continentes diferentes y entré en contacto con infinidad de culturas. Eso me ayudó a darme cuenta de que había lugares donde las mujeres podían caminar por la calle sin ser ofendidas en cada esquina. La gente era capaz de relacionarse entre ella, ligar, hablar, etc. sin asumir roles de superioridad/inferioridad. Cuando volví a España se me hacía insoportable convivir con esta costumbre tan rancia del acoso callejero. A veces las situaciones eran tan desagradables que terminaba llorando. Pensé que debía darle la vuelta a la situación. Yo quería reír. Si alguien tenía que llorar, que fueran ellos.
¿Es España un país donde el acoso callejero se ha convertido en algo habitual?
A.M. Depende de la ciudad, pero sí, en general se tiene muy interiorizado tanto por hombres como por mujeres. Cuando mis amigos de Seattle (EEUU), ciudad donde viví una larga temporada, ven mis vídeos no dan crédito. Allí la gente es muy espontánea y te dicen cosas por la calle pero de manera completamente diferente. Vas paseando y alguien (hombre o mujer) se acerca a ti y comenta: “me encanta la camiseta que llevas”, o bien “tu sonrisa me ha alegrado la mañana”, o bien “¡qué maravilla de corbata!”… pero el matiz es completamente distinto porque no hay juicio de valores, ni paternalismo, ni jerarquía de géneros: un hombre se lo puede decir a otro hombre, por ejemplo. No existe un acoso sexual, existe un acercamiento amigable, espontáneo y respetuoso que puede o no terminar en amistad, sexo o, simplemente, un saludo cordial a un/a desconocido/a. Y por supuesto esos acercamientos no incluyen insultos, palabras malsonantes ni tocamientos.
¿Qué podemos contestar a aquél que nos tilde de “paranoicas” por quejarnos ante un piropo o un halago pasado de rosca y claramente machista?
J.F. Me preocupa que cada comentario aislado no parece suficientemente grave como para darle una respuesta contundente. ¿Es una agresión algo aparentemente inofensivo como que te digan “hola, guapa”? ¿Cómo contestar a eso sin que te tachen de agresiva y exagerada? Pero el problema es que no es un “hola, guapa aislado”, sino que las mujeres, por el hecho de serlo, estamos expuestas a recibir ese tipo de comentarios de forma habitual, unido al riesgo de ser agredidas física y sexualmente en la calle, incluidos esos tocamientos tan habituales que mencionaba antes. Y esa situación, que definimos como violencia simbólica, nos hace sentirnos vulnerables, expuestas, nos recuerda que la calle aún no es nuestra. Que se trate de un bombardeo de piropos aparentemente inofensivos hace que nos acostumbremos a ignorarlos, a intentar que no nos afecten. Pero claro que nos afectan, y callárnoslo nos genera una impotencia y una rabia contenida que creo que hay que empezar a expresar. Por eso creo que es importante que respondamos cuando nos sintamos con ánimos. Es fundamental que las mujeres compartamos estrategias de cómo hacer frente a estas pequeñas agresiones, así como propuestas como la de Alicia o Hollaback.
A.M. Hay que decirles que no nos interesa su opinión. Yo no quiero convencer a nadie de nada, no me interesa el juicio que el patriarcado haga de mi persona, lo que yo quiero es que me dejen pasear tranquila por la calle. ¿Ellos/as piensan que soy una paranoica? Uf, pues si supieran lo que yo pienso de ellos/as… lo mismo hasta les traumatizaba.
¿Podemos esperar que las cosas mejoren?
A.M. Las cosas ya están yendo a mejor. Recibo mensajes casi a diario de mujeres que me cuentan lo importante que ha sido mi proyecto para ellas, todo lo que ha significado, cómo han logrado empoderarse, sentirse más fuertes. Para mí eso es haber avanzado muchísimo. Y sé que cada vez somos más. Por desgracia aún queda mucha gente que no ha vivido otra manera de relacionarse con el otro sexo que no sea a través del acoso. Hay quien me dice: “Pero entonces, ¿cómo voy a hacerle saber a una chica que me gusta si no es diciéndoselo?” No se enteran de nada, no entienden que para gustar a alguien lo primero que tienes que hacer es preocuparte por su bienestar, por que se sienta cómoda. Pero llegará un día en que los hombres entiendan que decirle a una mujer “¡Borreeeeeegaaaa!” a gritos desde un andamio no tiene nada que ver con la seducción. Es una cuestión de sentido común.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Las familias lésbicas y “el bien del menor”

Ahora el grueso de la atención mediática está centrado en cuestiones como lo que está sucediendo en Chipre o la Iniciativa Legislativa Popular de la PAH. Pero creo que hay desigualdades insidiosas, que tampoco pueden ser pospuestas. Aquí hay un artículo que habla sobre la indefensión de las madres y los hijos de las familias homoparentales.  

Lo cierto es que la legislación española necesita ser un poco modernizada y aceptar que hay una diversidad de modelos familiares, incluido el que un niño pueda tener más de dos madres o padres, en cuanto se empiezan a distinguir roles (están las madres biológicas, gestantes, sociales, etc.). Esto no es algo que afecte sólo a los niños de familias monoparentales, las familias reconstituidas también pueden dar lugar a situaciones complejas.

Artículo accedido a través de: http://www.pikaramagazine.com/2013/02/las-familias-lesbicas-y-%E2%80%9Cel-bien-del-menor%E2%80%9D/

 

Raquel (Lucas) Platero y M en Conflicto alertan de la indefensión que supone para una criatura que la justicia reconozca como su padre al donante de semen, a costa de dejar sin derechos a la madre no gestante

M en Conflicto y Raquel (Lucas) Platero
Fotógrafa: Gaelx
Fotógrafa: Gaelx
El País dio a conocer en diciembre de 2012 el caso de una pareja de lesbianas casadas que tuvo una hija con la ayuda de la donación de esperma de un amigo. Acordaron con él que tendría cabida en su sistema familiar en calidad de ‘padre genético’ y amigo íntimo de la familia. Las madres decidieron que su hija conociese sus orígenes, conformando un régimen familiar alejado de las normas y de las leyes heteronormativas  y patriarcales al uso. El amigo y donante aceptó formar parte de un modelo familiar de nueva índole, que podríamos llamar ‘queer’, si se quiere, y donde la inscripción de la filiación era matrilineal. Recientemente esta persona ha reclamado su paternidad en el juzgado, donde la jueza le ha reconocido como padre, a cambio de invisibilizar a una de las madres, que queda legalmente desaparecida del sistema familiar.
Si le ocurriera algo a la madre gestante, el padre biológico podría tener toda la cobertura legal, incluyendo la posibilidad de apartar a la niña de su otra madre, que no está protegida por ningún derecho. La legislación, lejos de proteger el vínculo afectivo de las criaturas con sus figuras de referencia, prima el origen de los gametos
Este caso es un ejemplo que debería hacernos pensar sobre la indefensión, no ya de las madres en cuestión, que se aborda en este otro artículo, sino de las hijas y de los hijos de las parejas de lesbianas. Para que un niño o una niña sea reconocida legalmente en el libro de familia de dos madres, estas tienen que dar varios pasos que de ninguna manera se requieren a las parejas heterosexuales y, además, poder justificarlo documentalmente. El primero, casarse, y el segundo, haber recurrido al sistema médico para quedarse embarazadas. Si lo han hecho con la ayuda de un donante sin necesidad de tratamientos médicos, solo la madre gestante podrá reconocer a sus hijos o hijas. Ahora, con la amenaza de negar la posibilidad de inseminación en el sistema público de salud a las parejas de lesbianas y a las madres solteras, la única forma de proteger la filiación de las criaturas pasaría por pagar, si se puede, en la sanidad privada. Además, solo se podría hacer a través de un proceso medicalizado, que puede tener consecuencias a medio y a largo plazo para la salud de las mujeres gestantes. Estos requisitos excluyen a quienes tienen menos recursos, a las que no desean pasar por una experiencia médica y a las que optan por otras formas de ser madres.
Independientemente de lo discriminatorio que pueda ser esto para las madres, nos gustaría centrarnos en el riesgo que esto supone para sus hijos e hijas.  En sus estudios en psiquiatría infantil, John Bowlby (2006) habla sobre la importancia de la estabilidad de los vínculos de los niños y niñas con sus figuras de referencia. Estos vínculos se establecen con las personas que ejercen el rol de cuidadoras principales y es necesario que estas relaciones sean seguras y estables para un buen desarrollo infantil. Mientras la ley avanza, hoy mismo hay ya muchas criaturas que tienen como figuras de referencia dos madres que las están cuidando, educando y protegiendo. Recordemos que no se trata de un nuevo fenómeno que se inaugura con la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo (2005) o con el reconocimiento de la filiación entre madres (ley 3/2007), sino de niños y niñas que desde siempre han existido en estas familias, si bien no eran tan visibles.
En el caso que nos ocupa y probablemente en muchos otros, existe el riesgo de que, si le ocurriera algo a la madre gestante, el padre biológico podría tener toda la cobertura legal, incluyendo la posibilidad de apartar a la niña de su otra madre, que no está protegida por ningún derecho. La legislación, lejos de proteger el vínculo afectivo de las criaturas con sus figuras de referencia, prima el origen de los gametos. Sería necesario valorar qué funciones está cumpliendo esta legislación, si se trata de proteger al menor o de preservar una noción de familia determinada, a pesar de los riesgos que esto pueda suponer para niños y niñas, sobre todo cuando surge un conflicto como el descrito, donde el padre genético se pliega sin fisuras a una ley que le reafirma constantemente.
Pensemos en cómo afecta a las niñas y niños que una de sus madres no tenga capacidad legal de decisión en cuestiones como elegir colegio, viajar al extranjero o autorizar una intervención médica, y los conflictos derivados
Por otra parte, atendiendo a cuestiones del día a día, sería necesario pensar a medio y a largo plazo en cómo se podrá negociar la educación de estos niños y niñas en hogares en los que una de sus madres no tiene capacidad legal de decisión en cuestiones nada irrelevantes como elegir colegio, viajar al extranjero o autorizar una intervención médica. O qué pasará con el desacuerdo y el conflicto, situaciones que surgen habitualmente en cualquier proceso de crianza. Y más importante aún, ¿cómo afectará la gestión del conflicto entre las partes a los hijos e hijas?
Por otro lado, cabe pensar que utilizamos el recurso de aludir al  ‘beneficio del menor’ solo en algunos argumentos y  únicamente cuando se trata de las personas que se identifican más claramente con las normas sociales dominantes. Para la jueza en cuestión, el bien del menor se traduce en tener un padre y una madre, asimilando los roles sociales con un ejercicio de concepción. Este padre y esta madre son una relación de ficción, en la medida en que nunca han sido pareja ni lo serán. Nunca serán ex, nunca serán divorciados; la lógica a todas luces es otra.
Estableciendo vínculos no evidentes, no es casual que estemos asistiendo a una revolución neoliberal y machista donde se está promoviendo la idea de custodia compartida a cualquier precio. Esta noción de familia con roles tradicionales está facilitando por ejemplo, que padres condenados por violencia machista tengan la custodia de sus hijos e hijas, ignorando el daño que les puede haber causado ser testigos de esta violencia. En estos casos, ¿dónde queda el bien del menor? ¿Es posible que esta vuelta a reforzar la familia y a los varones de la familia se haga a costa de victimizar a las personas más vulnerables?
Consideramos importante revisar esta legislación vigente, que desde nuestro punto de vista deja en situación de desprotección a hijos e hijas de familias homoparentales, contribuyendo a perpetuar una noción única de familia heteronormativa. Casos como el que presentamos hacen visible un legado autoritario y patriarcal, que se encarna en el concepto de patria potestad y por el que se erige al padre-varón como el más reconocible transmisor de los valores dominantes.
Quizás sea importante pensar en los costes emocionales, materiales, concretos que tiene invisibilizar algunas cuestiones como las que plantea este caso, considerando que son marginales, particulares o singulares. De hecho, pensar sobre los casos particulares puede suponer una oportunidad para generar espacios de reflexión y de debate sobre cómo queremos construir las relaciones, el cuidado de las criaturas, en qué modelos nos fijamos para construirnos como personas y qué ambicionamos para nuestro futuro. También, para conocer los riesgos y los beneficios a los que nos enfrentamos cuando decidimos organizar nuestras relaciones, afectos y filiación fuera de los marcos normativos.
Referencias
(1)            Bowlby J. Los vínculos afectivos: formación desarrollo y pérdida. Madrid: Morata; 2006.

martes, 26 de febrero de 2013

Social+Denuncia internamiento en Centros Internamiento Extranjerxs CIE

CREO Q ES IMPORTANTE DIFUNDIR LA INFO DE LA REALIDAD QUE ESTAN VIVIENDO LAS PERSONAS RETENIDAS EN LOS CIE DE TODA ESPAÑA, RECORDEMOS Q EN ALUCHE HAY UN CENTRO DE INTERNAMIENTO PARA 160 MUJERES Y HOMBRES+FAMILIAS

Adjunto comunicado de prensa de Amnistía Internacional en el que la organización denuncia el internamiento indiscriminado de inmigrantes como política de control migratorio en España.

Además, la organización presenta un nuevo informe con recomendaciones al borrador de reglamento de Centros de Internamiento de Extranjeros.

COMUNICADO DE PRENSA

22 de febrero de 2013


España: El internamiento indiscriminado de inmigrantes como política de control migratorio

Amnistía Internacional pide que se apliquen medidas alternativas al internamiento de inmigrantes en situación adminitrativa irregular

Nuevo Informe con recomendaciones al borrador de reglamento de Centros de Internamiento de Extranjeros

A pesar de que el reglamento podría mejorar la situación actual de los centros, se sigue utilizando la detención y el internamiento de personas inmigrantes de manera generalizada e indiscriminada como medio de control migratorio

Madrid.- Amnistía Internacional presenta hoy un nuevo informe:  “Hay alternativas: No a la detención de las personas inmigrantes” en el que denuncia la detención generalizada e indiscriminada de inmigrantes en situación administrativa irregular sin tener en cuenta sus circunstancias personales y se les recluye hasta un máximo de 60 días en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) como política de control migratorio.

Esto se hace sin valorar la aplicación de medidas alternativas. No hay datos que permitan conocer si las autoridades aplican las que aparecen contempladas en la Ley de Extranjería, como la obligación de presentarse ante las autoridades, residir en lugares determinados o retener la documentación.

“El ingreso de inmigrantes en un centro de internamiento para extranjeros debe ser algo excepcional y de último recurso, una vez que se hayan valorado todas las alternativas existentes mediante un estudio individual de cada caso”, asegura Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España.

La organización también lanza una ciberacción en su centro de activismo en Internet, http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/espana-cies/ para apoyar esta petición a las autoridades.

Según los datos de la Fiscalía General del Estado, durante el año 2011, más de 13.240 personas fueron ingresadas en los Centros de Internamiento de Extranjeros. De ellas, 6.825 fueron finalmente expulsadas. Eso significa que el 49% fueron privadas de libertad sin que finalmente fueran expulsadas.

“¿Por qué se produce el internamiento de personas cuando a priori se sabe que no van a poder ser expulsadas incluso cuando la propia legislación española prevé la posibilidad de poner en marcha alternativas a la detención?”, pregunta Beltrán.

Respaldo Internacional
La preocupación de Amnistía Internacional por la detención arbitraria y masiva de inmigrantes es compartida por diversos organismos internacionales.

En 2002, la Relatora Especial para los Trabajadores Migrantes emitió un mensaje sobre la excepcionalidad de la privación de libertad “los inmigrantes irregulares no son delincuentes per se, por lo que no deben ser tratado como tales”.

En marzo de 2011, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU recomendó a España que revisara la legislación y normas internas “que dan lugar a interpretaciones que en la práctica se pueden traducir en la detención indiscriminada y en la restricción de los derechos de los ciudadanos extranjeros en España”.

Además, la crisis económica que está sufriendo España está teniendo un especial impacto en la población inmigrante no comunitaria. Según los datos proporcionados por el gobierno, las autorizaciones de trabajo han descendido en un 58%. Muchas personas que ya eran residentes legales en España no han podido renovar su permiso de residencia al carecer de empleo, quedando así en una situación de irregularidad y estando, también, expuestas a procedimientos de expulsión.

“Las políticas migratorias deben ser acordes con las normas y estándares internacionales y no criminalizar a las personas inmigrantes”, asegura Beltrán.

Límites al internamiento de personas inmigrantes y colectivos vulnerables
Amnistía Internacioinal  pide a las autoridades que adopten medidas que reduzcan la vulnerabilidad de las personas inmigrantes frente a los abusos y violaciones de derechos humanos, especialmente para quienes estén en situación administrativa irregular y, en particular, cuando se trate de mujeres y menores de edad.

El internamiento ha de ser proporcional y responder a un objetivo legítimo, de acuerdo con la normativa internacional. Cuando se produzca, debe ofrecerse una oportunidad efectiva para recurrir la decisión y procurar que la detención sea por el menor tiempo posible.

Por otra parte, hay casos en los que nunca debería contemplarse el internamiento. Por ejemplo en cuanto a menores no acompañados. Ante la mínima duda sobre su edad, la condición de menor debe primar ante la situación administrativa, tal y como recogen los estándares internacionales y la propia Ley de Extranjería. El propio Defensor del Pueblo ha puesto de relieve las pruebas médicas que se realizan para la determinación de la edad y el gran margen de error existente a este respecto.

Lo mismo debe ocurrir cuando se trate de familias con menores a su cargo. El borrador de reglamento presentado por el gobierno recoge la posibilidad de que los menores que viajen con sus padres también permanezcan en un centro de internamiento.

Asimismo, deben ponerse en marcha todos los mecanismos para evitar el internamiento de víctimas de trata. Además de dificultar su identificación e imposibilitar su recuperación, puede propiciar que sea contactada por miembros de la red de explotación.

Por último, Amnistía Internacional considera que la situación de embarazo debe ser considerada motivo suficiente para no aplicar la medida de internamiento.

Borrador de reglamento de Centros de Internamiento
La organización acoge positivamente que finalmente se elabore un reglamento para regular los Centros de Internamiento de Extranjeros. De esta forma, se corrige la arbitrariedad que dejaba en manos de la dirección el funcionamiento de cada centro.

A lo largo de estos últimos años han sido muchas las organizaciones de derechos humanos que han denunciado la situación en la que se encuentran las personas ingresadas en los CIEs.

Amnistía Internacional ha visitado el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche, en Madrid, el de la zona franca de Barcelona y el de Capuchinos, en Málaga -ya cerrado-, pudiendo comprobar muchas de las preocupaciones ya denunciadas por otras organizaciones.

La organización pide que el borrador  refleje un cambio profundo en el modelo de centros, suprimiendo todas aquellas otras limitaciones que se establecen en otros derechos como en el acceso a las comunicaciones -derecho a usar teléfonos móviles o acceso a internet-, la ampliación de los horarios de visita o el acceso de organizaciones sociales al interior del centro sin restricciones.
Respecto a las medidas de seguridad y contención previstas, Amnistía Internacional recuerda que no pueden tener un carácter sancionador, si no hay una ley o reglamento que claramente especifique qué conductas pueden constituir una infracción.

Finalmente, y dadas todas las denuncias realizadas por el Defensor del Pueblo y otras organizaciones, deben desarrollarse mecanismos que garanticen el derecho a tutela judicial efectiva, especialmente en casos de violación de derechos humanos.

Puedes descargarte el comunicado en pdf aquí: https://dl.dropbox.com/u/13348601/comunicado%20220213.pdf

jueves, 8 de marzo de 2012

¡Las mujeres no pagaremos su crisis!

de madrilonia: http://madrilonia.org/2012/03/las-mujeres-no-pagaremos-su-crisis/


La crisis provocada por el sistema financiero está siendo transferida a los estados y estos afrontan el déficit y el crecimiento de la deuda recortando recursos públicos en vez de exigir responsabilidades legales y fiscales a los causantes. Aunque a todos nos perjudica el deterioro de los servicios públicos, las mujeres salimos peor paradas de lo que podríamos llamar la doble privatización: al mismo tiempo que se recortan presupuestos y las empresas privadas acceden a la gestión de los servicios públicos, muchas labores de atención y cuidados retornan al ámbito familiar o a las redes sociales más próximas.
Las mujeres, que en términos generales cobramos menos y tenemos mayores índices de precariedad laboral, somos las que mayoritariamente cubrimos los puestos de los servicios sanitarios, educativos y sociales. La socialización de género y los saberes incorporados en nuestra educación hacen que muchas de nosotras elijamos estudios y profesiones ligadas al cuidado de los demás. Por otra parte, el empleo público nos ha permitido conciliar de manera más sencilla, a través de la reducción de jornada y las jornadas parciales, así como acceder a la baja de maternidad y excedencias para el cuidado de los hijos. Un empleo estable permite autonomía económica, lo que resulta fundamental a la hora de atreverse a una separación o un divorcio. La externalización de los servicios y la precarización del empleo consiguiente nos aboca a trabajos mal pagados, sin derechos e inestables. Toda precarización del empleo, como la animada por la reforma laboral, fragiliza nuestra autonomía y hace imposible la conciliación.
La segunda privatización alude al hecho de que, con menos y peores servicios, muchas de las actividades de cuidados volverán a ser realizadas en el ámbito familiar y esto siempre ha significado más trabajo para las mujeres. Menos guarderías, menos recursos para jóvenes, menos recursos sanitarios para ancianos o enfermos se traduce en mayor presión para las mujeres. Sólo aquellas mujeres con recursos podrán transferir estas tareas a otras personas, que a su vez son mujeres de una clase social más baja y, con mucha probabilidad, de procedencia extranjera. Esto es lo que ha venido ocurriendo en las últimas décadas debido a la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado y la insuficiencia del Estado de bienestar con respecto a los cuidados. La transferencia de esas tareas, de mujeres asalariadas a mujeres más pobres en pésimas condiciones laborales las más de las veces, ha ocultado temporalmente el problema de fondo de nuestra sociedad: la crisis de los cuidados y la invisibilidad de las tareas de reproducción de la vida.
Como dice la economista Amaia Orozco[1], “el mercado laboral se sustenta sobre una base de relaciones y trabajos no mercantiles, una esfera social que está más-acá-del-mercado, que es la que genera de forma cotidiana y generacional la mano de obra y sostiene la vida en su conjunto”. Todos estos trabajos permanecen ocultos en la ciencia económica y sus instrumentos de medida (PIB, población activa…) a través de su naturalización como “trabajo propio de las mujeres hecho por amor”. La exclusión tradicional de las mujeres del salario (con leyes que impedían su autonomía legal y laboral) permitió al capitalismo expandir inmensamente «la parte no pagada del día de trabajo», y usar el salario (masculino) para acumular trabajo femenino. En nuestros días, la incorporación de las mujeres al empleo asalariado no ha servido para visibilizar y valorizar esos trabajos, realizados de forma gratuita o mal pagados, sino que sigue sin reconocerse el papel fundamental que tienen en el sustento de las sociedades. Las feministas italianas[2] de los setenta llevaron a cabo numerosas campañas por el “salario doméstico” como forma de reivindicar una retribución de todas esas tareas imprescindibles para la vida. Muchas otras mujeres escaparon de modelos familiares que conllevaban la asfixia personal y la minusvalorización social.
Todos y todas somos vulnerables, nadie puede evitar la vejez y la enfermedad, ya sea propia o de la gente querida. Las formas de vida que llevamos, muy individualizadas en tiempos y espacios en el día a día, imposibilitan o dificultan muchísimo cualquier forma más comunitaria del cuidado, haciendo recaer la responsabilidad en unidades familiares muy reducidas lo cual va en detrimento de la calidad del cuidado y de la salud de los que son atendidos y de los cuidadores. Los cuidados son una esfera común, un trabajo socialmente útil que apenas está reconocido por las administraciones públicas a través de la insuficiente Ley de dependencia y que la mayoría del sector privado sólo contempla como negocio. Necesitamos poner en primer plano esas relaciones afectivas consustanciales a la vida y la sociedad. Y necesitamos que sean asumidas de forma colectiva, no como una “cuestión doméstica” o una “responsabilidad de las mujeres”.
La crisis, también conocida como estafa, ahonda la alarmante crisis de los cuidados que ya existía en la época alcista. La precarización generalizada y los recortes de servicios públicos hacen más difícil todavía una vida digna de tal nombre. Las mujeres, madres o sin hijos, lesbianas, transexuales, universitarias, limpiadoras, negras y latinas, no vamos a pagar su crisis. El trabajo de cuidados, como tantos otros no pagados e imprescindibles para la sociedad, debe ser retribuido, por ejemplo, a través de una Renta Básica que garantice el derecho a cuidar y ser cuidado. Servicios públicos amplios son el mejor símbolo de que la sociedad reconoce que los cuidados competen a todos. Pero parar los recortes sólo es posible si entre todos y todas volvemos a dotar de contenido el papel de lo público en la sociedad. No vale decir que no hay dinero, vivimos en el momento con mayor riqueza de la historia. Tampoco sirve oponerse sin tratar de mejorar lo que hay. Defender lo público significa hoy exigir una gestión democrática de la salud y los cuidados, de la educación y el conocimiento.
Los políticos repiten que la prioridad es sanear el sistema financiero y que los ajustes son necesarios para que en unos años volvamos a crecer. Nos piden sacrificios con la promesa de que algún día estaremos mejor. Pero la crisis de los cuidados que vivimos no está en su agenda. No podemos quedarnos sentadas. Ahora más que nunca es necesaria una reorganización del trabajo y la vida que permita un desarrollo social equitativo e impida la acumulación de unos pocos sobre la riqueza que todos y todas generamos. Nosotras también somos legión y estamos en todas partes. No pagaremos su crisis.
8/03/2012
Mujeres de Madrilonia.org
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Notas:
[1] Amaia Orozco y el Feminismo de los cuidados en economiacritica.net.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Abogo porque el femenino genérico se convierta también en regla

Respuesta al artículo “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, de Ignacio Bosque, publicado en El País el 4 de Marzo de 2012 (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/02/actualidad/1330717685_771121.html)

-lo escribí a una persona que me pidió mi opinión al respecto, pero me pareció que valía la pena pegarlo aquí también-.

Entiendo que el argumento central del texto del texto es que a su autor le parece que el masculino genérico (que supone que si se usa el masculino se incluye a toda la población) es correcto según las lingüistas y el hecho de que se ponga en duda este hecho cuando se elaboran guías sobre el uso de la lengua sin contar con las lingüistas lo que demuestra es que si no eres lingüista no tienes ni idea (ni derecho a opinar) sobre la lengua española. Por ejemplo dice:

"Hay acuerdo general entre los lingüistas en que el uso no marcado (o uso genérico) del masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del español, como lo está en el de otras muchas lenguas románicas y no románicas, y también en que no hay razón para censurarlo."

¿Qué pienso yo de esto? Bueno, voy a ir un poco a trompicones en mi respuesta...

Para empezar, ante el argumento de que las expertas (en su caso las lingüistas) saben más que las profanas, podría contestar que también estaban todas las juristas de acuerdo en que la esclavitud era una condición natural para las esclavas, hasta que unas cuantas personas empezaron a cuestionarlo. Que todas las lingüistas consideren no machista el masculino genérico (y no creo que sean todas), para mí es indicativo de una cierta educación, pero precisamente si como lingüistas detectan que cada vez más se usa también el femenino genérico, tendrán que cambiar la norma lingüística, no decirle a la sociedad que no cambie...

Yo en esta respuesta he optado por el femenino genérico, para hablar de todas las personas (varones y mujeres), voy a usar siempre el femenino. ¿Se te hace raro? Si la respuesta es sí ¿Por qué? Porque en el cole te dijeron que el masculino engloba a hombres y mujeres y que el femenino sólo concernía a las mujeres. Pues bien, eso es una cuestión de educación.

Y sin embargo el autor, prácticamente al final del texto dice que le parece bien "sacrificar la visibilidad a la naturalidad y a la eficacia". Y me pregunto ¿por qué nos resulta "natural" (no es baladi esta palabra) el masculino? ¿Es más natural el hombre que la mujer? Ese es el androcentrismo al que se refieren las personas que exigen reflexionar sobre los usos del lenguaje. Yo no estoy de acuerdo con muchas cosas que dice este señor, pero a mí me parece bien que haya estos debates aunque sólo sea para poder hablar de estas cosas, y me parece bien que este señor escriba este artículo con el que no estoy de acuerdo porque te ha llevado a ti a preguntarme y a mí a poder contestar. Y luego cada una usaremos la lengua como querramos...

En estas guías que el cita proponen decir los niños / las niñas, o l@s niñ@s, bueno, en mi círculo usamos la x en lugar de a/e/o (lxs niñxs), a mí me gusta porque es provocativa. Me lo parece porque es impronunciable, de modo que cada vez que te la encuentras reflexionas sobre qué usarías normalmente, y te vas dando cuenta de que normalmente usarías el masculino, y ya de paso de que también puedes usar el femenino... Para mí lo importante es el tomar conciencia. Y creo que las hablantes tenemos poder (en ciertos contextos, en esta carta sí, pero no en unas oposiciones, por ejemplo) para ir usando la lengua de manera distinta, y que es el trabajo de las lingüistas el empezar a consignar estos nuevos usas de las hablantes, hasta cambiar la norma general (las madrileñas hemos logrado que el leísmo deje de ser falta ortográfica).

Mientras se abra el debate, todo va bien, el problema es querer acallar el debate lingüístico y así, acallar el debate social respecto a las situaciones de los varones y las mujeres en el espacio social. Eso supondría negar a las personas la oportunidad de reflexionar sobre sus propias prácticas y cómo los roles de género que les adscribe la sociedad pueden estar condicionándoles para tomar decisiones con las que no tienen por qué estar contentas (tan malo me parece que una mujer tenga que ser la que renuncie a trabajar para cuidar de las hijas, como que un varón pueda estar mal visto por sus iguales si toma esta decisión en lugar de dejar que la tome su mujer -y aquí ya estoy presuponiendo que las hijas han nacido en una pareja heterosexual que cohabita, lo cual es parte de lo que desde la perspectiva del género se llama el sistema de sexo-género, pero de eso si quieres te hablo en otra ocasión-).

Lo cierto es que este texto me parece indicativo no de simple interés por un uso “correcto” de la lengua, sino de una auténtica lucha de poder, en el que un ‘experto’ (un lingüista catedrático) quiere decir que sin la aprobación de las lingüistas, las hablantes estarán cometiendo injusticias contra la lengua –aunque en otro lugar reconoce que la lengua cambia, él mismo dice que el diccionario de la RAE va cambiando y cada vez quedan en él menos vestigios de machismo lingüístico). Le parece mal que hayan sido feministas y políticas las que hayan elaborado guías sobre el uso de la lengua (que sinceramente no conozco) en las que digan qué es machista y que no. Pero es que la lingüistica, como muchas veces el derecho, va a remolque del cambio social, porque estudia cómo se usa la lengua (y a partir de ahí elaboran normas para las nuevas parlantes de la lengua –ya sean niñxs o extranjerxs-).

A mí personalmente, que afirmen las lingüistas que el masculino genérico no es machista, me parece risible, ya que también se puede hablar de personas (ejemplo "las personas trabajadoras" en lugar de "el trabajador") o directamente hablar en femenino genérico, como estoy haciendo yo aquí o como se hace en la asamblea de mi barrio. Por ejemplo, yo he leído artículos en la universidad en los que, las autoras utilizan indistintamente el femenino y el masculino en plural para referirse a varones y mujeres (avisando al principio, claro), y lo cierto es que al principio choca pero luego te acostumbras.

De modo que, sigo insistiendo, para mí lo que merece preguntarse es por qué consideramos que el hecho de que los hombres se sientan excluidos del femenino genérico y que las mujeres se sientan incluidas en el masculino genérico es algo “natural” que hay que respetar, en lugar de tomar conciencia de que proviene de un aprendizaje social y hacer lo que consideremos más apropiado. Quizás llegará el día en que todos los varones puedan decir sin que cause extrañeza “nosotras” para referirse a un grupo mixto, hasta entonces, bienvenida sea la discusión acerca del uso del masculino o el femenino en el plural o en el genérico.

A nivel retórico, hay mucho que decir sobre el artículo. Para empezar, que está escrito por un lingüista que además es catedrático. Un hombre moderno, capaz de reconocer sin tapujos que es cierto que la discriminación hacia la mujer es un hecho en nuestra sociedad y que existen comportamientos verbales sexistas. Y a la vez, una persona que habla desde su posición social. Se nota cuando pone ejemplos.

Un caso especialmente llamativo es cuando dice que no va a entrar en algunos temas, y a continuación empieza a contar un montón de anécdotas que generan opinión en la lectora, lo cual me parece un tanto deshonesto, porque puestos a contar anécdotas que no lo firme como catedrático y si no va a dar datos representativos de la sociedad española, que no entre en anécdotas de su círculo de amistades. Porque ¿a qué mujeres conoce este catedrático lingüista? Si yo me creyese que mis amigas son representativas de la población española, eso significa que todas las españolas hablan entre dos y tres idiomas y que al menos la mitad de la población tiene o va a tener en los próximos años un título de doctora.

Lo cierto es que tampoco las mujeres somos un colectivo homogéneo, el factor clase o fenotipo puede ser tan importante como el género, por no mencionar la sexualidad. También hay negras en EEUU que se han beneficiado del sistema de cuotas que ahora afirman que la igualdad está conseguida y dicen que ya no hace falta, legitimando la discriminación. Igual que Victoria Kent fue la portavoz de las socialistas a la hora de hablar en contra el voto femenino durante la República. No es nada nuevo que miembras privilegiadas de un colectivo discriminado lleguen a promover la discriminación para mantener sus privilegios individuales...

Para mí el español es un idioma que para algunas cosas se queda corto. Por ejemplo tiene sólo masculino y femenino, cuando otros idiomas tienen también el neutro (en el caso del inglés, el plural no tiene género (people), y en el alemán es un caso propio, cuya declinación recuerda más al femenino que al masculino, pero que es el caso “plural” y no distingue cuando son todo varones, todo mujeres, o cuando es mixto). Es decir, es un idioma que ya condiciona una mentalidad dicotómica, y que el masculino sea el genérico, no creo que sea fruto de un debate social o de la casualidad, y mucho menos de la “naturaleza”, sino de que las mujeres históricamente han estado, incluso en la ley, supeditadas a los varones.

Afortunadamente eso poco a poco va cambiando, ahora somos miembros dobles de la sociedad: tenemos una identidad igualitaria con los varones en lo laboral y como ciudadanas, y tenemos otra, como mujeres que hace que siga recayendo sobre nosotras el peso de los cuidados (las que se salvan de esto suele ser porque subcontratan a otras mujeres). ¿Y los varones? ¿Han asumido su responsabilidad como cuidadores? Las personas que se quejan de que las jueces concedan la custodia normalmente a las madres, ¿protestan cuando las estadísticas dicen que las mujeres buscan jornadas remuneradas más cortas para ocuparse de las hijas? ¿O de que busquen empleos más cerca de sus casas (supeditando este criterio a la remuneración e incluso la calidad del empleo) por la misma razón?

Antes preguntaba por qué (o cómo) las mujeres hemos aprendido a no sentirnos excluidas con el masculino genérico pero a los varones les suena excluyente el femenino genérico. Ese es un proceso de aprendizaje social, y me consta que los varones son capaces de sentirse incluidos cuando se habla en femenino. Así que ¿cómo se atreve nadie a afirmar que el masculino genérico no es machista, cuando supone asumir que las mujeres se sientan incluidas en el masculino, a la vez que los varones se sientan excluidos cuando se habla en femenino? ¿No tiene que ver con que las mujeres hayan tenido que aprender las reglas de ser mujeres y de ser “hombres”, mientras que los varones solo las de ser “hombres”?

Es un asunto importante y que está teniendo sus consecuencias sociales. Y el mundo universitario no es un buen referente porque precisamente las mujeres universitarias son las que más tarde se casan o no se casan en absoluto, las que más posponen e incluso renuncian a la maternidad y las que, gracias a sus sueldos, más a menudo pueden permitirse subcontratar los cuidados. No es un buen referente porque las mujeres universitarias no son representativas de la mayoría de mujeres hispanas (que es el caso que nos ocupa, ya que hablamos del español).

Otro tipo de ejemplos que da es el de las mujeres que se posicionan diciendo que no quieren cuotas y que se sienten incluidas en el masculino genérico. Bien, esas son mujeres que se han adaptado a las reglas del juego androcéntricas. Pero entonces, ¿qué tenemos que hacer con los varones que usan el femenino como plural en el que se sienten incluidos? ¿Ellos no cuentan nada cuando cuestionan la lógica androcéntrica? Entiendo que el lenguaje español tiene limitaciones, pero lo que parece proponer este señor es que las hablantes no lo cambien para adaptarlo a los cambios sociales, a pesar de que es precisamente a través de esos cambios como evolucionan las lenguas.

Incluso al final, cuando termina con una serie de dudas sobre corrección, lo plantea como un efecto perverso de estas guías y propuestas del cambio en la expresión, pero es que a mí en 2º de bachillerato me seguían haciendo ejercicios de corrección, donde tenía que decir que lo gramaticalmente correcto era que si había un solo varón en un grupo de 10 personas, se usase el masculino. Es decir, que el problema lo han empezado las lingüistas con sus normas, y lo que se está generando es un discurso alternativo al de las expertas (igual que en medicina se reclama un parto no patologizado, y lo reclaman las mujeres frente a las "expertas" médicas.

Yo no soy una persona que me preocupe realmente por esto (de hecho aquí me he tenido que esforzar para usar el femenino como plural o como genérico), a menudo se me escapará el masculino genérico por puro hábito, pero el que venga un varón, catedrático y lingüista a decirme que es “natural” que me salga usar el masculino genérico, y que eso no es machista me parece de chiste.

¿Mi contrapropuesta? Bien, que nos nos ofendamos antes el masculino genérico, pero que empecemos a usar indistintamente también el femenino genérico y que sea igualmente correcto. Que en las clases en las que se enseña esto del plural se discuta sobre qué significa un genérico masculino, que lxs niñxs (y las adultas) se sientan libres de decidir qué quieren usar, y que todas se sientan incluidas en cualquiera de los casos. Y que las lingüistas hagan su trabajo e investiguen los nuevos usos y redacten nuevas normas a partir de los nuevos usos, en lugar de repetirnos una y otra vez que la norma que escribieron sus antecesoras cuando lo “natural” era el heteropatriarcado ya están escritas y que no hay ninguna necesidad de cambiarlas. Y como hablantes, que exploremos la lengua, probemos distintas posibilidades, nos inventemos las que nos parezcan oportunas y que consideremos el lenguaje una herramienta que se adapta a los cambios sociales, y no nos creamos que es un corsé que nos dificulta pensar las complejidades en las que andamos metidas.

De hecho, el mejor texto que haya leído yo sobre cómo el uso que se le puede dar al control del lenguaje para controlar el modo que nos relacionamos con la realidad, está en el libro 1984. Copio un fragmento:

“En el fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda su vaguedad y sus inútiles matices de significado. No sientes la belleza de la destrucción de las palabras. ¿No sabes que la neolengua es el único idioma del mundo cuyo vocabulario disminuye cada día? (...) ¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿Cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre?”

Yo a veces tengo cuidado con emplear explícitamente el femenino y a veces no tanto. Hay contextos en los que sé que puedo decir “estimadxs compañerxs” y contextos en los que sé que no puedo. Y todo eso me dice mucho sobre la gente con la que me relaciono y sobre los contextos en los que me muevo. Si de recurrir a las anécdotas se trata, yo (otro caso anecdótico) no entiendo por qué es importante reivindicar el masculino genérico, cuando mis compañeras de trabajo, mis amigas y mis vecinas, no tienen problema alguno con el femenino genérico ni con las duplicidades. Y a la vez, me parece fantástico que ese señor lingüista y catedrático, reivindicando la neutralidad y naturalidad de ese masculino genérico, me haya dado una oportunidad para pensar en todas estas cosas y exponerlas, porque lo que sí me importa es que podamos hablar sobre lo que nos preocupa y explorar nuevas soluciones.

viernes, 20 de mayo de 2011

Reflexión sobre las acciones feministas en Puerta del Sol

Comparto un correo que me ha llegado:

Sobre las 12 de la noche se ha hecho la acción de la que hablábamos hoy y que hemos reenviado también desde este mail convocando a las 20h (jeejee.. guerra al tiempo!). Ha consistido en colgar una pancartaza para tapar la cara de la modelo del mega anuncio de lòreal (que, además de nocivo y sexista, no veas cómo jode porque esa publicidad mundial a nuestra costa NO ESTÁ PAGÁ!!!)

Las feministas que allí han tenido la idea y se han organizado para llevarla a cabo, comentaban que recogían las numerosas quejas sobre la superlona que muchísimas mujeres llevan expresando desde el mismo domingo.

Además, quienes hayáis seguido estos días las coberturas de los medios de masas y los alternativos, os habréis dado cuenta de la escasa visibilidad que han estado teniendo las mujeres en papel protagónico (no digo que la razón sea una información sesgada; creo que no nos habíamos hecho visibles)

Antes de la pancarta feminista, a lo largo de la tarde se han colgado muchas otras en esa misma lona de l'oreal, que han sido recibidas con alegría multitudinaria (la verdad es que han sido MOMENTAZOS tremendamente emotivos)

Lo que kiero compartir con vosotras ahora no es agradable, pero de verdad que espero que no os desanime, sino que nos impulse para seguir, porque sin duda tenemos muchísimo que luchar, chicas

Las mujeres que se han subido llevaban la frase "La revolución será feminista" (no dio tiempo al "o no será" porque joder... ya daban las uvas si no!) dividida en tres pancartas. Las han descolgado desde ARRIBA DEL TODOO, con un par de ovarios que maaaadremía, imaginaos el riesgo! Pero sin duda merecía la pena.

La pancarta donde ponía "la revolución" y la de "será" han sido acogidas por una plaza entera pendientes de ello y expresando su ánimo. La pancarta "feminista" ha caido con mal pie... se volaba, no se veía, y lo peor... empezó a romperse! joderrr menudos nerrrvios abajo. Dos espontáneos q había por la parte de abajo del andamio no dudaron y se mediodescolgaron por las barras (más nerrrrviossss abajo..) para ayudar a fijar la pancarta. Menos mal. Después de una tarde entera haciéndola entre tanta gente y de la preocupación por las compas escalando...Parecía que esa pancarta no iba a verse nunca!

El TEMÓN: la reacción de la plaza (personalmente me atrevo a decir LA PLAZA) ha sido de silbidos, gritos en contra, demostraciones de no haber leido un libro en su vida como "La revolución no es cuestión de sexos", gestos agresivos y aplausos cuando la pancarta se rompía. Ya lo más ha sido que un machocore ha subido a arrancar la pancarta "feminismo" y se ha kedao tan ancho.

Así estamos. Grave, ¿no?

Quizás es lo que ya sabíamos... A la peña le dices "igualdad" como los massmedia y todo el mundo está a favor (TODO el mundo, hasta los maltratadores, que también son parte del mundo y por las estadísticas...gran parte de esa plaza, no nos engañemos..) pero dices "feminismo" y la gente se cree con la legitimidad y seguridad absoluta de taparte la boca con violencia. VIOLENCIA. Me caguendioooox ke ha habido uno que ha ido a decir a las chicas del cordón, cual padre, "es que no sabéis lo que hacéis..." Mira, menos mal que la mayoría de ellas, por sensatez o experiencia o lo que sea, se han portao y seguían teniendo fuerzas para explicar que el feminismo no excluye a nadie.

Imaginaos por un momento que, entre los millares de carteles variopintos que adornan la plaza, alguien pone uno contra el racismo y se lo ARRANCAN. Joderrr, todxs sabemos ke eso no se habría consentido. No creo que en todo este movimiento haya pasado ni una vez, hasta esta noche, donde nos ha tocado a las de siempre. Y trankilamente. Quizás es lo que ya sabíamos... pero cómo duele vivirlo.

Yo he abandonado (por hoy) porke no tengo la capacidad de aguante que me gustaría y si sigo allí me lio a hostias. Imagino que las compas feministas, a pesar del duro día que llevaban, estarán erre que erre. Animemoslas! aunque sabemos que nada las para. Relevemoslas! Sumemonos!.. Íbamos a hacerlo de todas formas, pero, chicas, parece que vamos a tener que hacerlo todavía más y encima más dificil

Pues lo haremos. Esta noche hicimos lo que teníamos que hacer.
Y si el principal problema de un país donde se mata a 1 a la semana no es el machismo, ke nos expliquen cuál es.

Os kiero!!
Salud y libertad.