Dicen que la ignorancia da la felicidad, y la verdad es que este post quizás ni debiéseis leerlo, pero yo tengo la necesidad de escribirlo.
Creo que los habitantes de países o zonas con un alto impacto ecológico, raramente nos planteamos los efectos de nuestro consumo a nivel global -quien sabe, igual si leeis este blog sí que estáis algo más informados y ya sabéis lo que os voy a contar-.
Reflexionar sobre nuestra alimentación no debería ser sólo un proceso individual, poco importa los esfuerzos que yo haga si nuestros políticos aceptan y promueven las leyes que contribuyen a la polarización del poder, permitiendo que unas pocas empresas controlen la producción alimentaria y que promueven el empobrecimiento y el hambre en los países con menor impacto ecológico.
Os pego a continuación un documental sobre el negocio de la cría de cerdos intensiva (frente a las granjas pequeñas) que he encontrado en attac.tv (http://www.attac.tv).
Me habría gustado adjuntar también un artículo salió ayer en público, "La voracidad Europea", de Gustavo Duch, pero no lo he encontrado online, no sé si aparecerá próximamente. (http://blogs.publico.es/dominiopublico/category/gustavo-duch/)
Sí quiero, en cualquier caso, mencionar algunas cuestiones de especial tracendencia:
- Cuando compramos productos de Marruecos, es posible que procedan de la explotación ilegal de tierra y agua saharaui por el rey Mohamed VI (para más información puedes consultar los artículos aparecidos en Público y en Diagonal)
- Grandes latifundistas están comprando tierras en los eufemísticamente llamados "países del sur", para producir alimentos para los así llamados "países del norte"
- El 70% del pescado que comemos no procede de nuestras aguas.
¿Qué podemos hacer? Pues aquí está lo complicado, porque es muy difícil obtener la información relevante en las etiquetas de la comida que compramos. En el video sugieren apoyar políticos que fomenten el consumo local, denunciar a las compañías que contaminan, y como consumidores, elegir aquellos productos que tienen sellos indicando la procedencia de los alimentos y el trato que reciben los animales.
Algo de lo que quizás hayáis oído hablar son los grupos de consumo, donde grupos de consumidores se reúnen para comprar los productos directamente de los productores, a los que pueden elegir también en función de criterios ecologistas (y casi siempre en función de criterios de cercanía).
En definitiva, dos vías: la personal (a través del consumo y del informarse) y la política. La verdad es que no tengo ni idea de cómo funcionaría la cuestión política en España... ¿conocéis algún político que abogue porque el sistema de etiquetado sea más informativo y que plasme cuestiones de trazabilidad e impacto ecológico de la producción de lo que compramos? ¿Aunque sea a nivel de UE?
En otro post igual me animo a reunir información sobre Monsantos, una empresa que controla la práctica totalidad del comercio de semillas a nivel planetario.
¿Por qué me estoy volviendo activista? Porque quiero un Madrid lleno de bicis y de plantas, con gente alegre y relajada. Porque quiero comer productos saludables. Porque no quiero pensar que mi bienestar sólo es posible a costa del malestar de otros. Porque creo que la tecnología actual podría permitir que muchos fuésemos muy felices, y que hay unos pocos que lo obstaculizan porque quieren ser unos privilegiados.
sábado, 18 de febrero de 2012
Nuestra alimentación: lo que no cuentan los envases
Etiquetas:
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