Fuentes:
http://www.20minutos.es/noticia/1736110/0/dimision/gobierno-bulgaria/protestas/
http://rosamariaartal.com/2013/02/20/espana-no-es-bulgaria/ a través de http://tenemosderechoatrabajar.blogspot.com
El gobierno búlgaro ha dimitido en pleno a
causa de 10 días de masivas protestas de la población contra los
recortes y de la brutalidad policial. “No voy a participar en un
gobierno en el cual la policía golpea a la gente”, ha dicho el
presidente Boiko Borisov. “Cada gotita de sangre es una mancha”, ha
añadido incluso. “No puedo ver un Parlamento rodeado por tapias”, ha
seguido argumentando. Para concluir: “Tenemos dignidad y honor. Son las
personas que nos dieron el poder a las que se lo devolvemos hoy”. Poco
más de 7 millones de habitantes y han salido hasta 100.000 a la calle.
Paro, corrupción, recortes y la subida de la luz en un 13% como
detonante.
Se
nos llenan los ojos de lágrimas de emoción al ver que un presidente
dimite porque la ciudadanía protesta contra su gestión. El país más
pobre de la UE, con un salario medio de 350 euros mensuales, proscrito
por los gobiernos “de primera” de Europa que cierran sus puertas a los
búlgaros expulsados por la eterna crisis, ha dado una gran lección. En
la época soviética tuvo uno de los regímenes más autoritarios. Votar “a
la búlgara” viene del monolítico apoyo a sus gobernantes del Partido
comunista, prácticamente del 100%.
Lo curioso es que el hasta ahora
jefe del gobierno búlgaro Boiko Borisov es un personaje muy peculiar. Ex
alcalde de la capital, Sofía, pertenece al partido conservador
“Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria”. Es ingeniero de la
policía, con grado de teniente general, especializado en la lucha contra
incendios. Y también en “contra el crimen y el mantenimiento del orden
público”, labores por las que ha recibido premios internacionales. Se
doctoró asímismo en Ciencias. Práctica karate y es árbitro internacional
de este deporte. Tiene 53 años, Rajoy, por cierto, 57.
Pues
bien, hasta este señor dimite, presta oídos al pueblo que le ha elegido
y –amante de la seguridad- se horroriza de ver la gente apaleada por
exigir sus derechos. Diez días frente a un año en España con una media
de diez manifestaciones diarias. También le repugna contemplar el
parlamento vallado… como está el español. Para que allí se escenifique
otra vez la parodia de un debate en el que tenemos cantado todo lo que
va a ocurrir.
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