Mete cosas de lucha de clases, y a mí eso de la lucha de clases me genera algunas reservas, pero si entendemos por clase aquello del "somos el 99%", podemos tirar adelante. De todos modos, al menos quiero plantear que tan trabajadoras son las personas a las que se remunera por su trabajo, como las personas que trabajan sin remuneración salarial. Si no tenemos esto en cuenta nos olvidaremos de la situación de las personas que se dedican a cuidar de otras persona, o de las personas que están formándose, o de las personas cuyas contribuciones a la sociedad no son reconocidas por los poderosos. En caso contrario, corremos el riesgo de no criticar el androcentrismo heterosexista y el productivismo. El bienestar pasa también por reclamar el derecho al cuidado (a ser cuidados y a tener tiempo para cuidar).
Jean Ziegler, vicepresidente del consejo consultivo de la Comisión de DDHH de la ONU. (Reuters)
“Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, donde las
pequeñas oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién
va a morir de hambre y quién no. Por tanto, estos
especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Núremberg”. Con esta aplastante contundencia despacha
Jean Ziegler, vicepresidente del Consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU, su particular análisis del actual momento histórico.
La
dilatada trayectoria diplomática de este profesor emérito en la
Universidad de Ginebra y comprometido analista internacional, que fue
relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación durante
ocho años, impide que le tiemble la voz a la hora de señalar con el
dedo inquisidor a los ‘culpables’ de la crisis sistémica. “No puede ser
que en un
planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”. En su último libro
Destrucción Masiva. Geopolítica del hambre
(Península), que Ziegler presentó ayer en Madrid, pone sobre la mesa
una serie de cuestiones molestas de las que otros diplomáticos ni
siquiera se atreven a hablar en los pasillos de la ONU. Unas críticas
irreverentes que ya ventiló en otros trabajos como
El hambre en el mundo,
Los nuevos amos del mundo y aquellos que se le resisten,
El imperio de la vergüenza o
El odio a Occidente.
Hay que multiplicar rápidamente las fisuras en el muro capitalista para derrumbarlo y crear un nuevo orden mundial más justo
Su
receta para revertir esta situación es, si cabe, tan radical o más que
su tesis sobre la generación de las desigualdades: “Ocupar masivamente
los bancos, nacionalizarlos y confiscar las arrogantes riquezas robadas
por los especuladores financieros”. Una extremista postura que lo lleva
incluso a criticar la incapacidad de movimientos de la sociedad civil
como el 15M en España u Occupy Wall Street en Estados Unidos. “Reconozco
que son símbolos importantes y que han logrado la simpatía de la
sociedad, pero todavía son insuficientes para quebrar la actual relación
de fuerzas si no desembocan en una huelga general indefinida. Hay que
darse cuenta de que
en el orden mundial reina una violencia estructural que se debe combatir con una contraviolencia basada en la resistencia pacífica”.
La
migración de los grandes fondos especulativos a los mercados de materias primas,
principalmente de la agroalimentación, la cual creció exponencialmente
en el trienio 2005-2008 como explica Ziegler en su último libro, “es el
origen de esta crisis genocida porque han disparado el precio de los
alimentos básicos”. A pesar de la ‘destrucción masiva’ conceptualizada
por Ziegler, el diplomático exhibe su característico optimismo de
luchador a contracorriente y asegura que esta situación creará la
conciencia social necesaria para “multiplicar rápidamente las fisuras en
el muro capitalista, que acabarán derrumbándolo y creando un nuevo
orden mundial”.
La insurrección será por el hambre o no será
El
primer paso, explica, es darse cuenta de que “los criminales
financieros son el enemigo común de los europeos, de los africanos y del
resto de la población que sufre de hambre y desempleo en el mundo. Unos
oligarcas que monopolizan los beneficios y privatizan los servicios y
recursos”. Para Ziegler, esta toma de conciencia será
el advenimiento de una nueva forma de solidaridad internacional entre todos los pueblos, que posteriormente se transformará en un “frente de resistencia intercontinental”. La lucha de clases es absolutamente inevitable porque no se puede mantener el sufrimiento de forma permanente
Un
convencimiento “total”, pero que se transforma en duda cuando se le
pregunta por los riesgos y los pilares sobre los que se fundará este
alzamiento popular.
“Es un misterio, no puedo hablar de la revolución
porque se trata de la libertad liberada en el hombre y los procesos
revolucionarios son imposibles de prevenir porque tienen sus propias
leyes y no son conocidas”.
Lo que sí tiene claro Ziegler es
que la insurrección, como ha ocurrido en la mayoría de estos procesos a
lo largo de la historia, se producirá por el hambre.
“La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas
y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de
Europa”. En este contexto, indica, la lucha de clases es “absolutamente
inevitable porque las oligarquías capitalistas no serán capaces de
reeditar el genocidio americano de los indios, ya que es imposible matar
a todo un país como España y hacerle aceptar permanentemente las
cadenas”.
“España no debería pagar su deuda porque es delictiva e ilegítima”
Las
“cadenas” a las que retóricamente se refiere este diplomático de la ONU
estarían impuestas por las políticas económicas de la
austeridad,
que califica como “absurdas y destructoras”. Los teóricos del
neoliberalismo, añade, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad
es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase
trabajadora y nunca a los banqueros.
Estas políticas tienen un límite objetivo y no van a resolver los problemas”.
En
contraposición a estas recetas neoliberales, Ziegler defiende unas
políticas centradas en el crecimiento. Esta es la única esperanza que
deposita en los representantes políticos, aunque matiza que de forma
“extremadamente leve”. Sus protagonistas no podrían ser otros que
François Hollande y
Barack Obama.
“Ambos deben formar una alianza por el crecimiento basada en la
inversión pública, el incremento del salario mínimo, las prestaciones
sociales, la búsqueda del pleno empleo y la lucha contra la
desindustrialización”.
Para el vicepresidente del consejo
consultivo de Derechos Humanos de la ONU estas políticas no son la
solución final si no van acompañadas de un despertar de la sociedad
civil y, sobre todo, del impago de la deuda.
“Los dirigentes españoles deben hacer lo mismo que ha hecho Rafael Correa en Ecuador, es decir, negarse a pagar la deuda,
cuya amortización ya es altísima, porque es odiosa e ilegítima. Esto
es, se ha creado, en gran parte, por la delincuencia financiera y la
corrupción política, sin materializarse en inversiones reales”.
Una
perspectiva que lo lleva incluso a cometer el atrevimiento de
recomendar a los españoles que objeten en la declaración de la renta al
porcentaje del gasto dedicado a la deuda pública. Una campaña lanzada
desde el 15M que califica de “necesaria, inteligente y eficaz”. Todos
estos elementos en su conjunto, unidos a la inflación, podrán acabar con
las “deudas injustas”.
Refundar la ONU para instaurar un nuevo orden mundial
La
Organización de las Naciones Unidas debe tener un papel central en el
futuro escenario mundial. Como explica Ziegler, la ONU se fundó con el
objetivo principal de defender el interés general de los pueblos y
promulgar los principios recogidos en la Carta de los Derechos Humanos.
Sin embargo, “los mercenarios han pervertido su papel y destruido su
credibilidad moral”. Entre ellos, no duda en señalar al exsecretario
general
Ban Ki-moon o al presidente del consejo de selección de los relatores, el hondureño
Roberto Flores, “quien apoyó el golpe de Estado en su país en 2009”.
Los mercenarios han pervertido el papel de la ONU y destruido su credibilidad moral
Para
Ziegler, la refundación de esta organización pasa por imprimirle “mucha
más democracia” eliminando el poder de veto de las naciones integrantes
del Consejo de Seguridad, limpiándola de “golpistas” y eliminando las
prebendas del FMI y el BM.
El neoliberalismo delictivo, concluye el diplomático, “se cura con política”.